Comprar un coche ecológico de segunda mano, ¿merece la pena?

Comprar un coche ecológico

Se trata de un nuevo formato de vehículo que cada vez tiene más seguidores, ya que son coches menos contaminantes y que conllevan a un gran ahorro a largo plazo. Si bien, a la hora de la compra, un vehículo nuevo puede llegar a ser algo más costoso, de ahí que se recomiende adquirir uno de segunda mano con iguales prestaciones.

Cuando se habla de coches ecológicos se está haciendo referencia a vehículos que son totalmente respetuosos con el medio ambiente. Hay que decir que se trata de coches que reducen bastante la emisión de gases, si bien, para poder ser 100% ecológicos, deben cumplir una serie de requisitos básicos. En cualquier caso, este tipo de vehículos se han puesto de moda debido a todas sus ventajas, no obstante, comprar uno nuevo puede llegar a ser algo costoso, aunque posteriormente sea una inversión de futuro.

Precisamente por este motivo, cada vez es más frecuente que los usuarios se decanten por adquirir coches ECO de segunda mano, ya que ofrecen las mismas prestaciones y el precio es mucho más asequible.

¿Cómo saber que se está ante un coche ecológico?

Lo primero que hay que decir al respecto es que, en el caso de querer comprar un coche de este tipo, aunque sea de segunda mano, hay que cerciorarse bien de que cumple con la normativa establecida por la Directiva 2000/53/ce del Parlamento Europeo y del Consejo.

Dicho esto, otra de las cosas que hay que tener en cuenta son las etiquetas ambientales de la DGT. Es decir, las etiquetas que acreditan que los vehículos son ecológicos, eficientes y reducen las emisiones. En este sentido, hay que decir que, en la actualidad, la DGT otorga 4 tipos de etiquetas diferentes.

La primera de ellas es la ambiental 0 emisiones azul, que son las que sirven para identificar los vehículos que son más eficientes, aquí se pueden encontrar los eléctricos de batería, los eléctricos enchufables o los de autonomía extendida, entre otros.

Por otro lado, está la etiqueta ambiental ECO, que identifica a vehículos que tienen algo menos de eficiencia que los anteriores, tales como los híbridos no enchufables o los de gas natural.

También está la etiqueta ambiental C verde, que se utiliza para los coches de combustión interna, aunque cumplen con la normativa europea vigente. Y finalmente los de ambiental B amarilla, también para vehículos de combustión interna, pero que todavía no han sido adaptados a la normativa actual.

¿Merece la pena comprar un coche ecológico de segunda mano?

La respuesta es sí. Los coches etiqueta cero de segunda mano poco tienen que envidiar a los nuevos, la única diferencia es que ya han sido utilizados, pero las prestaciones suelen ser similares. Se trata de vehículos que suelen estar en muy buen estado y cuyo funcionamiento es sencillo y eficiente.

Hay que decir además que no cuentan con tantas piezas y, por tanto, sufren menos averías, por lo que es una inversión a largo plazo muy buena. Su fiabilidad es absoluta, sin olvidar el ahorro que conlleva. Los vehículos de segunda mano de ocasión son más baratos que los de primera mano. De hecho, en la mayoría de los casos, el ahorro puede llegar a ser de más de 10.000 euros, por lo que sí merece la pena decantarse por uno de segunda mano en la mayoría de ocasiones.

Diferentes tipos de vehículos donde elegir

Actualmente, en el mercado se pueden encontrar diferentes tipos de coches ecológicos. De hecho, el catálogo es muy amplio, sabiendo que cada uno de ellos presenta una serie de prestaciones, que se adaptarán a cada usuario en función de sus necesidades.

Es importante comentar que los diferentes tipos de coches ecológicos varían según el motor del que estén dotados, sabiendo que el motor también se rige por la energía que consume. En este sentido, hoy en día los modelos de coches ecológicos que existen son tres, que son los híbridos, los bi-fuel y los eléctricos. A todo ello hay que añadir que los diferentes tipos de vehículos ecológicos pueden utilizar diversas fuentes de energía, siendo las más habituales el hidrógeno, la electricidad, el gas natural o el gas licuado de petróleo, entre otras.